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Desde que me recibí de psicóloga clínica en 1996 ha llovido bastante y en todas direcciones. El paradigma dentro del cual estudié en la UCM de Madrid era prácticamente conductismo puro. Algunas asignaturas matizaban esta forma tan de laboratorio de hacer psicología incluyendo paradigmas cognitivos que quitaban rigidez a la hora de evaluar, diagnosticar y empezar un tratamiento. Con el paso del tiempo y sobretodo con los resultados de los pacientes que venían al consultorio, te das cuenta que falta algo. Estudiar neurociencias después te da la vision anatómico funcional del sistema nervioso y comprendes los procesos y la función cerebral normal/anómala que te permite tener una base cierta para hacer diagnósticos diferenciales. Pero no alcanza. El tratamiento es otra cosa. Convenimos que el diagnostico es fundamental para establecer la terapia, sin embargo rara vez hay diagnósticos “puros” y habitualmente el motivo de consulta inicial acaba deviniendo en otras cosas.

Por todo esto, en el consultorio se sigue la corriente cognitiva, se realiza una análisis funcional de la conducta, se recopilan datos sobre pensamiento. No nos enroscamos con lo que le pasó a tu padre en su infancia y como te repercute ya que consideramos que vives aquí y ahora y la responsabilidad de modificar tu conducta y por tanto tu realidad es solamente tuya.

Aquí no se viene a descubrir que la culpa la tienen otros ( aunque fuera verdad) y sentir alivio. No podemos actuar sobre eso. Sentir alivio dura un tiempo limitado y no desmonta el problema.

Por tanto consultanos si quieres cambiar de verdad. Si estas dispuesto a enfrentarte a tus fantasmas presentes, si quieres vivir mejor YA.

En esta casa solo aceptamos gente comprometida con su propio bienestar.

Dios, Buda, Alah, Yahveh ayuda a quien se ayuda dicen.

Y el psicólogo igual.

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